Todavía no se ha secado la tinta del pacto de gobierno en el Cabildo de Gran Canaria y ya han empezado las polémicas. En el PP, al conocerse que Lucas Bravo de Laguna, alcalde de Santa Brígida e hijo del presidente electo, José Miguel Bravo de Laguna, simultaneará sus tareas municipales con las de consejero de Deportes de la institución. Es la excepción que confirma la regla, porque los alcaldes de Mogán y de San Bartolomé de Tirajana no tendrán cartera alguna. El niño promete, y como promete, se le va encaminando para que, llegado el momento procesal oportuno, abandone la vida municipal y se integre plenamente en la política insular. Y de ahí al mando en plaza, ya veremos lo poco que tarda. Insistimos, promete. En el otro lado del pacto, en Coalición Canaria, también hay pelotera. Bueno, pelotera añadida a la que ya montó el CCN con sus amenazas del 23 de mayo, cuando lanzó el juramento de Scarlett O'Hara: “Juro que jamás volveré a pasar hambre”. El alcalde de Guía, Pedro Rodríguez, le ha dicho a su antecesor en ese cargo que él quiere ser como Lucas. Y como no es consejero electo, que lo nombre consejero no electo, que a él lo que le atrae es el Cabildo. Oído en el partido, Sari Chesa va y levanta la mano y, recordando que es la siguiente de la lista, informa a los presentes de un hecho revelador a la par que inquietante: nunca ha estado sentada en los bancos del grupo de gobierno, y ya va siendo hora. Se le acumula la tarea a Fernando Bañolas.