Desde este mismo lunes, José Manuel Soria se buscó el odio entre los socialistas palmeros, con lo que complementa de modo perfecto el mapa de indignados que él mismo se ha ido labrando a pulso durante estos dieciséis años de vida pública por culpa de ese carácter levantisco y soberbio que le caracteriza. Es un modo un tanto abrupto el que han escogido los socialistas palmeros de aprender la lección de quien con lajas se junta se arriesga a un navajazo. En claro contraste con ese modo de entender las relaciones entre partidos políticos, un caballero de acreditados modales, Álvaro Argani, presidente del PSOE palmero, ha sido el primero en telefonear a los medios informativos a los que Soria mandó la foto para explicarles que no se corresponde con ningún tipo de conchabo PP-PSOE, que los acuerdos municipales en La Palma los cerraron en cada ayuntamiento cada representante socialista local. Argani está muy cabreado con el uso torticero de una fotografía tomada en un acto privado para la que no se dio autorización de utilización pública. La reacción de Argani ha servido también, miren qué cosas, para enterarnos de que no era tan unánime en el socialismo palmero el giro hacia el PP, lo que abre una rendija a la esperanza de que algunos y algunas que nosotros sabemos aprendan la lección y sopesen de modo más meditado con quién se dan revolcones.