Vaya por delante que todo el mundo es libre de opinar lo que quiera, de poner la mano en el fuego por los empresarios y los políticos investigados en la operación tal o cual. Incluso pueden continuar disparatando con la mano ministerial que mece la cuna. Allá ellos cuando tengan que rectificar y cambiar de mano, la de la cuna y la chamuscada. Más convendría a esos alegres comunicadores revisar sus declaraciones públicas de toda la vida, cuando clamaban por más seguridad, más policía, más investigaciones contra el crimen organizado. De momento quizá sería conveniente esperar a que todo se aclare porque, que sepamos, estamos ante actuaciones secretas y nadie, salvo los actores en presencia, saben realmente lo que han hecho. Y lo que han dicho.