La impotencia del equipo de Pilar Grande les condujo a algunas impertinencias. El esposo de la diputada nacional, un hombre polémico que se ha caracterizado siempre por poner a la política en apuros, volvió a hacer de las suyas en la asamblea. Comoquiera que las papeletas para la votación no estaban en compartimientos que garantizaran la confiencialidad, empezó a vociferar que había pucherazo, como si a estas alturas de la película alguien en esa organización desconociera lo que van a votar los demás. Pero, aún estando en su derecho de sospechar lo que quiera y hasta de reclamar por presuntas irregularidades, lo que no parece de mucho recibo es que el hombre añadiera a sus gritos un sospechoso “esto lo volveremos a cambiar en la Ejecutiva regional”, en referencia a lo ocurrido en 2003 con las listas municipales. De penoso para arriba.