El defenestrado Agustín Guerra, quien fuera mano derecha de Rita Martín en la Consejería de Turismo (¿se acuerdan?) fue uno de los paracaidistas que Cristina Tavío logró colar en las listas del PP en las pasadas elecciones municipales. Cuentan los críticos de la reina de los sebadales del sur que todavía retumban los gritos de cabreo por el aterrizaje forzoso de tres independientes en la lista a Santa Cruz (Alexis Oliva, Ana Zurita y Carlos Garciñuno Zurita) y a un recién llegado aún con el estigma de ATI, José Carlos Acha. O la imposición de número uno a La Laguna de Pedro Suárez, otro huido de ATI, o del muy mentado Agustín Guerra, un absoluto desconocido que de repente se vio aupado al puesto número dos para esa ciudad. Por no recordar a su primo de ella, Ramón González de Mesa y Ponte (por ese orden), que apareció de repente de número 3. La inauguración de la sede electoral del PP el martes en Santa Cruz de Tenerife, fue un puro desasosiego. La euforia con que los populares concurren a estas elecciones contrastaba con el semblante cabreado de la dirigencia, descontenta con la aparición de Guerra y de personas a determinar por el CCN en la lista por Santa Cruz de Tenerife. Fue ahí donde el Campanu se cuajó la apabullante crítica a Tavío, que ella transformó luego en responsabilidades del Campanu.