Claro que ahora todos miramos para Luis Hernández, que es un hombre de palabra, de los que no deja un compromiso sin cubrir convenientemente. Pero nadie se acuerda a estas alturas del papelón del Ayuntamiento, que lega a la ciudad no solamente un mamotreto urbanístico que no gusta siquiera al presidente de la Autoridad Portuaria, sino un centro del que no ha estudiado cómo encajará en la trama comercial y de ocio de la zona, lo cual debe traérsela absolutamente al pairo, por lo que parece y por lo que demuestra el uso discriminatorio de la famosa manguera soriana. Es lo de siempre: edificios emblemáticos, grandes operaciones cosméticas y de las otras y el que venga atrás que arree. Eso sí, no faltará ni uno a hacerse la fotografía cortando la cinta.