Cualquiera que conozca a José Miguel Suárez Gil valora en él su altísima capacidad para las relaciones públicas. Es, en sentido estricto, un encantador de serpientes, de palabrerío fácil, servicial, atento y puntito histriónico cuando de dar sonoros abrazos o defender a sus amigos se trata. En su chalet de Tafira Baja, donde este martes fue detenido por la Policía Nacional cuando encañonaba a su tercera esposa con una pistola cargada y con bala en la recámara, Suárez Gil ha logrado reunir a lo más florido de la clase empresarial isleña y a los representantes políticos, mediáticos y judiciales que más han influido en la vida social canaria. Todo ello, eso sí, pagado con fondos de la Cámara de Comercio, entidad a la que durante años cargó gran parte de esas cuchipandas. Hábil para los negocios propios y ajenos, siempre se rodeó de eficaces colaboradores con los que hizo toda clase de favores a los que se lo pedían. Que sepamos, era copropietario de una sociedad dedicada a la importación de fruta desde Chile, Unifruit, pero el Zorro Plateado estuvo mucho tiempo al frente de muchos fogones cocinando operaciones que lo convirtieron en un personaje imprescindible para un selecto grupo de empresarios que lo auparon en 2002 hasta la presidencia de la Cámara de Comercio de Las Palmas.