Nadie con dos dedos de frente se explica dentro del PP lo mal que se ha gestionado esta crisis del bragagate. Se echan las manos a la cabeza cuando tratan de analizar las primeras declaraciones de Manuel Fernández y Cristina Tavío confesando lo inconfesable, lo que a todas luces es políticamente mucho más grave que la falsificación de facturas en sí mismo: sí, hicimos trampas, pero sólo fue para burlar la ley. Cojonudo. La nueva genialidad del secretario general del PP canario, el ya mentado Fernández, ha sido prohibir a los suyos hacer declaraciones a la prensa sobre la cuestión, limitación que se debió haber impuesto él primero que nadie, de manera que no se encendiera la mecha que ya amenaza con hacer estallar por los aires todo el polvorín. En este contexto tan dicharachero, este jueves se celebrará en el hotel escuela de Santa Cruz de Tenerife comité regional del PP canario donde se da por seguro que se abordará la cuestión para tratar de diseñar alguna salida ocurrente a tan alambicado laberinto. Y una explicación asumible en Madrid, donde los medios de circulación nacional (este miércoles le metió mano al asunto La Sexta) no hacen más que sacudir el bragagate en el totiso de Rajoy.