Para cambiar los rótulos de la calle en la que se encuentra el Cabildo de Gran Canaria sólo hace falta quitar lo de “Murillo” y poner “de Laguna”. Se lo merece el actual presidente de esa Corporación tras lo que dice la prensa que consiguió a finales de la semana pasada. Es más, gracias a esos logros y a su defensa a brazo partido de los cabildos como instituciones clave de la organización político-administrativa de Canarias, José Miguel Bravo de Laguna debería dar nombre a la isla de Gran Canaria: “Isla Bravo”, ¿a que suena bien? ¿No tiene Mauricio su isla? Pues que Bravo tenga la suya también, con permiso de don Pepito. Los titulares de prensa que leímos este sábado nos han conmovido, como se puede colegir: “Madrid concede un préstamo de 48 millones al Cabildo para grandes obras”, decía La Provincia. Oye, mira tú que bien. Pero en el sumario venía el notición: “El presidente financiará obras de carreteras, proyectos hidráulicos y el pabellón”. O mejor dicho, los noticiones, porque acto seguido se añadía: “La buena situación de las arcas avala la operación, que se hará con fondos de la RIC”. Vayamos por partes porque la hazaña política de este prócer de la política de Canarias tiene mucha miga. En primer lugar, Madrid no ha concedido a Canarias “un préstamo de 48 millones de euros”, sino la autorización para emitir deuda pública por ese importe como tope, que es algo bastante diferente. Se trata de bonos a colocar, es decir, que alguien los tiene que comprar, y en el caso de comprarlos, beneficiarse de las correspondientes ventajas, al parecer mediante la materialización de Reserva para Inversiones de Canarias (RIC). Le deseamos mucha suerte al Cabildo porque la cosa está verdaderamente jodida, y salvo uno o dos empresarios (no más) que conocemos, la fauna local está bastante desperrada. ¿Algún ruso por ahí? ¿Algún noruego? Puede que sí.