Desde el primer momento bautizamos el penúltimo escándalo del PP canario como el caso Roldós. Nos negamos a llamarlo hemodiálisis o Javier Artiles, porque en realidad no se trató nunca de un transeúnte que pasaba por allí, vio medio euro tirado en el suelo y se agachó a recogerlo. Nada de lo que ha pasado en torno al concurso del servicio de hemodiálisis de los hospitales Molina Orosa, de Lanzarote, y Doctor Negrín, de Gran Canaria, pudo haber ocurrido si no es con la participación, complicidad o negligencia de la que hasta el 20 de octubre de 2010 fue la consejera de Sanidad del Gobierno de Canarias, Mercedes Roldós. Una de las más valoradas integrantes del Gobierno de Paulino Rivero, rama pepera, ha pasado a convertirse cuanto menos en una ineficaz gestora, una descuidada valedora del interés público. El talante que, a regañadientes, mostró en la gestión de aquella falsa pandemia de la Gripe A la llevó a ser muy considerada por los principales periódicos de Canarias, pero su talento, aquel talante y su buena reputación parecen haberse ido a hacer puñetas. Al menos eso se deduce de lo leído estos últimos días, con especial hincapié en la revista de prensa de este domingo.