Así que, como hay barra libre a pesar de la que está cayendo, Bravo de Laguna está buscando para Juan Domínguez una salida más o menos digna que le permita cumplir con el deseo de Nacho González y propinar una cariñosa patada en los cuartos traseros de este vicepresidente, pero sin dejarlo tirado en mitad del mandato, no vaya a ser que se haya comprado un piso en Madrid y un BMW negro y lo tenga que devolver todo antes de tiempo, que con el sueldo de la consorte senadora no va a dar para tanto dispendio de nuevo rico. Domínguez maniobra torpemente, como cabía esperar de alguien que está en política sin saber de la política nada más que las bajezas. En cada acto que coincide con Bravo lo plaga de elogios, y hasta se permite presentarlo, en plan telonero, como “mi gran amigo el presidente del Cabildo, José Miguel Bravo de Laguna”, lo que al veterano político le tiene que sonar a pestiño. Tras la caída de Domínguez correrán igual todos los que él colocó, todo el equipo del CCN que fue nombrado al socaire de aquel pacto que tanto entusiasmó al Partido Popular, atención, atención, hace solamente año y medio. Qué poco duran las inconsistencias, por fortuna. El siguiente paso, vayan tomando nota, es intentar entrar en el PP, a lo que se les dirá que ya veremos, que lo estamos estudiando? Conociendo a Bravo y a Nacho como los conocemos (y más que se conocen ellos) seguro que ya tienen preparada la respuesta siguiente. Que 2015 está a la vuelta de la esquina y para entonces Juan Domínguez será solo un mal recuerdo.