Pero lo que le pudimos oír a Alemán estuvo bien. La primera parte del debate dominó el cotarro, supo poner nervioso a Soria y, entre ambos, ningunear a Adán Martín hasta límites que rozaron la humillación institucional. Luego vinieron los fallos técnicos y el corte justo cuando el Alemán estaba más caliente, es decir, como en los tiempos muertos del baloncesto cuando los pide el entrenador contrario. Soria estuvo muy bien, demostró que los cursos de telegenia son muy rentables para el PP. Maneja a la perfección la escena, sabe mirar a su cámara y rechaza de plano cualquier diatriba que se salga del discurso que tiene preparado. Si le preguntan por cualquier asunto molesto contesta con lo que le da la gana y no le tiembla un pelo. Tuvo suerte en el sorteo porque, además de colocarse en el centro de la pantalla, cerró el debate y consiguió en algunos momentos despistar al respetable dando la sensación de que él es el único que no es candidato. Adán Martín perdió el debate claramente. De eso no hay duda. CC está tardando en reconocer que el esfuerzo y el dinero gastado en tener a un comunicador como Román Rodríguez se acaban de ir por el sumidero. Si Martín fuera el representante de la Coca Cola y lo de anoche una verbena, él no vendió ni una botella, y sus competidores, el del Clipper y el del Nik, agotaron sus existencias.