Concluir que la causa última de la defenestración de Pérez-Camacho fueron sus declaraciones sobre la visita de Paulino Rivero a Cuba, que calificó de “disparate político”, es ignorar toda una suerte de circunstancias que, en última instancia, tienen que ver con los acuerdos no escritos entre el líder de su partido y el presidente del Gobierno. La tendencia que marcan las encuestas dan por hecho un batacazo de ATI en Tenerife y, a su costa, una espectacular subida del Partido Popular de Cristina Tavío. Y aún cuando a Soria pueda convenir rascar esos votos para confirmar su segunda plaza electoral en 2011, tiene pactado con Rivero el mantenimiento de la agonía de CC en Gran Canaria para no ver dañada su hegemonía entre el electorado conservador de su feudo natural. A cambio, claro, de la desactivación de todo lo que pueda hacer peligrar Tenerife, empezando por Ángel Salvador Llanos y continuando por Tavío y por incontrolados como Pérez-Camacho. A eso añadamos el terror que embarga al vicepresidente del Gobierno ante la evidencia de que cualquier hipotético sucesor (o sucesora) puede demostrar que otro PP es posible sin él.