Recompuesta la figura, y una vez calmados los ánimos del policía local encargado de la expulsión, el vecino regresó al pleno en compañía de un periodista de La Provincia al que también advirtió el primer teniente de alcalde de que no podía utilizar su grabadora. No lo entendíamos hasta que nos enteramos de lo que se iba a perder la cinta magnetofónica: un auténtico espectáculo de falta de respeto a los ciudadanos, a sus representantes y a las institución misma. Poco o nada hace la oposición para reconducir una situación esperpéntica que gira en torno a las risas que produce aquélla en el grupo de gobierno. Así, a cualquier pregunta de Comfir, PSC o CC, invariablemente se responde con bostezos o carcajadas de los concejales del Gobierno y la reiterada respuesta de que se les contestará por escrito.