No es esta la primera crisis que sufre el pacto entre el PSOE y el PIL, que gobiernan juntos, además de en Arrecife, en Teguise, San Bartolomé y Tías. La situación cercelaria del líder de los insularistas lanzaroteños ha marcado en gran medida el termómetro de esas relaciones. Cuando Dimas pedía un indulto, de inmediato se disparaban las conjeturas acerca de una hipotética intervención de las más altas instancias socialistas para concederle tal gracia, lo que equivalía a un renacer del amor entre ambos partidos. Cuando se acordaba el tercer grado penitenciario, se atribuía precisamente a la influencia socialista tal concesión. Pero cuando se negó el indulto y se canceló el tercer grado, volvieron las desavenencias, sin percatarse los erráticos analistas de que ni en uno ni en otro caso hubo intervención de nadie distinto a las instancias judiciales. Lo mismo que ha pasado con la operación Unión, con cuyo estallido vuelven a quedar en evidencia los teóricos de la conspiración en uno u otro sentido.