Gáldar es, como se imaginarán, un auténtico hervidero de noticias. Se habla de todo, de lo político, de lo divino, de lo humano y de lo más íntimo de todos y cada uno de los protagonistas del culebrón. Nos abstraemos de lo más pedestre para centrarnos en la facilidad con que unas cuantas personas obtuvieron autorización verbal de algún mandamás del Ayuntamiento para echar un techo o cerrar un solar sin el correspondiente retranqueo. Una de las fórmulas más celebradas por los galdenses tiene muchos quilates, porque no en vano tenía como protagonista a una vendedora de joyas a domicilio que cobra por recibos, en plan Santa Lucía. Es la esposa de un alto mandamás municipal venido a menos, y si tenías la suerte de que te visitara y le comprabas algo, le podías pedir un deseo. Y ya se imaginarán lo que la gente le pedía.