Anda revuelto el patio del movimiento vecinal de Las Palmas de Gran Canaria, y no solamente por las impopulares medidas que está tomando el Ayuntamiento de la ciudad, ora con la subida de impuestos, ora con el anuncio de nuevas tarifas para el agua de abasto. De poco parece estar sirviendo el esfuerzo de la concejal de Participación Ciudadana, María Luisa Blanco, que por primera vez ha implicado a las asociaciones en un nuevo reglamento de participación y creado órganos con protagonismo vecinal. Las asociaciones están que trinan, y nos tememos que detrás hay algo más que malestar: el histórico control que algunos partidos ejercen sobre algunos dirigentes vecinales y los muy personales intereses que defiende cada cual. Óscar Roque, que anuncia una “macromanifestación” también tiene los suyos.