Ya saben ustedes -y si no se lo recordamos con mucho gusto- que fue un “error material” lo que sirvió al Ayuntamiento de Las Palmas para beneficiar a un empresario en el edificio Valdemar, en el barrio de Guanarteme, con un par de áticos más. Errores materiales convenientemente corregidos y ensolerados por el asesor del empresario, el ex concejal de Urbanismo Jorge Rodríguez. Pues bien, el ejemplo ha cundido, y de hecho basta con revisar un par de expedientes de ésos que se pueden calificar de singulares, para darse cuenta de cómo algunos edificios crecen y crecen en alturas sin contar con la autorización preceptiva. De repente, por ejemplo, pueden encontrarse ustedes con un edificio singular, en barrio singular, con una promotora singular, elevando dos alturas sin más cobertura que la de sus propios bemoles y cruzando los dedos para que los vecinos colindantes no denuncien antes de que se corrijan los dichosos errores materiales. Pero denunciaron porque con tanto ímpetu, se olvidaron de dejar un hueco para que los denunciantes mantuvieran el paisaje que siempre disfrutaron.