El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Una estrategia y un alegato
No estaban todos los que deberían estar, y seguramente se les echó de menos. Unos, amulados por la polémica suscitada alrededor de si debemos o no apostar por ofertas alojativas de mayor calidad, que huyan del todo incluido y se atrevan a dar un pequeño pasito insignificante para la humanidad pero muy importante para el fortalecimiento del destino turístico. Otros porque de un tiempo a esta parte ponen tierra de por medio cuando se trata de arropar a Paulino Rivero, ora porque se baten en retirada antes de que el público municipal y espeso sopese la gestión realizada, ora porque prefieren irse haciendo un hueco en el corazoncito del socio que siempre desearon no perder. También faltaron los que no querían avalar con su presencia la constatación de que con menos dinero se puede hacer mucho más de lo que antes se hacía, cuando se malgastaba a espuertas a mayor gloria de no se sabe muy bien qué campaña. El caso es que este lunes se presentó en el auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria la nueva estrategia de comunicación de la marca turística Islas Canarias, o lo que viene a ser en román paladino, la campaña promocional a ver si conseguimos traer más turistas. Fue una presentación amena, con el viceconsejero Ricardo Fernández de la Puente ejerciendo de presentador, con más voluntarismo que tablas para la cuestión, pero con la eficacia que de él se esperaba. Muchas imágenes, extras sobre el escenario, implicación del sector y profundización cierta en las nuevas herramientas de comunicación más allá de los tradicionales anuncios huecos. Los que no estaban haciendo declaraciones a las radios contra la moratoria para los cuatro estrellas, aplaudieron con sinceridad el esfuerzo de Promotur, y se abstuvieron mayoritariamente de respaldar con las palmas el alegato contra las prospecciones petrolíferas que en el epílogo soltó Paulino Rivero desde el estrado. Desde el lateral izquierdo del patio de butacas, una comprometida Claudina Morales trató ?en tres ocasiones- de arrancar la ovación del respetable, que salvo honrosas y dispersas excepciones, no respondió con la pasión que el momento requería.
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