Hay gestos que definen a quienes los protagonizan, y en la vida política canaria está habiendo demasiados gestos elocuentes. Que los políticos empiecen a no saludarse es un signo de que se confunde la gimnasia con la magnesia, lo que termina transmitiendo una sensación muy poco edificante. Este lunes, en el Parlamento, Paulino Rivero se topó con el ex presidente Lorenzo Olarte y le negó el saludo, un mal que llamativamente se está extendiendo entre dirigentes de ATI respecto de dirigentes del CCN por un quítame allá ese presidente de la Cámara, si haces el favor. El incidente fue interpretado en clave de mala educación por los testigos presenciales. Pero Olarte, perro viejo en esto y en muchas más cosas, lo explicó del modo socarrón que frecuenta: “Tratándose de un maestro de escuela, más que falta de educación ha sido una falta de urbanidad”.