Ha sido muy desafortunado el empresario Jaime Cortezo en el asunto de Hoya Pozuelo, donde incluso ha dejado muy comprometido a su amigo del alma Julio Bonis, ex consejero del Gobierno de Canarias, que llegó a declarar a su favor en la instrucción por presunta estafa alegando que algunos de los compradores sabían que los chalets estaban bajo amenaza de piqueta cuando los compraron. Lo llegó a tener todo casi resuelto, pero cuando las cosas se aprietan más de la cuenta pueden acabar por reventar. Es más o menos lo que le ha venido ocurriendo con su operación estrella del islote del Francés, en Arrecife. Cuando lo tenía todo encaminado a principios del mandato 2007-2011 con un acuerdo de compensaciones urbanísticas Puerto Naos a cambio de liberar para uso público el islote, alguien apareció y le prometió nueve plantas. Ahora, sin embargo, vuelve a estar a expensas de la delimitación que haga la Demarcación de Costas para empezar a negociar con el consistorio a partir de la pieza de suelo que le quede en el centro, si es que le queda algo. Y negociar una compensación por expropiación con un Ayuntamiento español en estos momentos se antoja tarea muy compleja, por no decir que sólo apta para empresarios con mucha tesorería capaces de esperar un quinquenio. O dos.