Ni avisándoles de que les teníamos cogida la matrícula. Hace algunos días les comentábamos en esta misma sección que el Cabildo de Gran Canaria acaba de celebrar pruebas de selección para cubrir una plaza de licenciado o licenciada en Ciencias del Mar. Y les decíamos que todo el proceso tenía el color, el sabor y el olor a las margaritas. Es decir, para que se nos entienda, que la persona que iba a resultar elegida de las 30 que se presentaron iba a tener por nombre de pila el de esa hermosa flor. Y lo sabíamos no porque viniera así recogido en las bases correspondientes, sino porque algunos son tan previsibles que se les ve venir a la legua. Pues dicho y hecho. Ganó Margarita. Y ganó después de que se inscribieran a las pruebas unas treinta personas, aunque concurrieran al examen solamente diez, una vez se corrió la voz de que no valía la pena, de que el esfuerzo inútil conduce ineludiblemente a la melancolía. Diez días antes les avisaron de que las tales pruebas tendrían casos prácticos, pero al final lo que hubo fue normativa. Felicitamos efusivamente a la nueva contratada por el Cabildo y animamos a los que no consiguieron la plaza a que no desesperen porque hay que confiar en que algún día valga la pena presentarse a algún concurso público en isla Mauricio.