Continúan llegándonos reacciones a nuestros beatíficos comentarios sobre el nombramiento (y permanencia, que tiene más delito) de Rafael Khrabcha en la secretaría general del organismo público Patronatos de Turismo, dependiente, cómo no, del Ministerio de Industria, Energía y Turismo que lidera con esa gracia que no se puede aguantar nuestro insuperable José Manuel Soria. A nuestros lectores le han llamado la atención algunas cosas, como la desconocida formación, capacidad y méritos atesorados por el asesor en cuestión para acceder a tan alta responsabilidad, extremo este que otros peor pensados relacionan con la necesidad que tiene el señor ministro de colocar en puestos clave, donde se manejan los presupuestos de publicidad, agitación y propaganda política, a acólitos que no preguntan, no hablan, no parpadean. Pero, si hemos de serles sinceros, han sido las reacciones en el departamento de Nuevas Tecnologías (o su equivalente en el Cabildo) donde más gracia ha hecho la meteórica ascensión del que fuera consejero de tales cosas en esa Corporación cuando su actual jefe lo fichó. Dicen, con mucha carcajada de acompañamiento, que cuando llegó no sabía ni siquiera utilizar un ratón, y relatan con más carcajadas todavía un memorable episodio en el que vieron al señor Khrabcha, todo un responsable de nuevas tecnologías, girar con sus dos brazos el monitor de su ordenador para poder visionar adecuadamente una imagen que era incapaz de rotar con los comandos adecuados. A este portento y a su jefe les debió sorprender muchísimo no haber ganado por mayoría absoluta las elecciones al Cabildo aquel aciago año de 2007, cuando una censura los desalojó nada más comenzar el mandato. De otro modo no se explica que quedaran pendientes de gastar, a 31 de julio, nada menos que un millón de euros en un departamento donde no hacía falta tanto para lo que había programado. Para lo que había programado oficialmente, al menos.