Ahora es momento de recordar que poco podían imaginar los jinetes croatas que introdujeron la corbata en la Francia del siglo XVII que su prenda sería motivo de debate en el 37º Congreso del PSOE, pues tras la sugerencia de José Bono para que el ministro de Industria Miguel Sebastián se pusiera corbata para entrar al hemiciclo, a una mayoría de los socialistas se les vio con el cuello veraniego desahogado. Y frente a Zapatero, Rubalcaba, Montilla o Álvaro Cuesta, optó López Aguilar por alinearse con los cuellos libres de Jose Blanco, Chaves, Rodríguez Ibarra y Pedro Zerolo. Él ya ha cambiado el chip y extrajo consecuencias ideológicas del debate sobre esta prenda, cara a su destino europeo: “La izquierda tiene la responsabilidad de liderar los cambios” incluso estéticos, pues piensa como Jesús Caldera: “No llevar corbata da un ambiente más igualitario en las relaciones laborales”. Claro que más cáustica estuvo la periodista Ana Cañil, pareja del conocido colega económico Joaquín Estefanía, que escribió que “al descorbatado Juan Fernando López Aguilar” le hicieron un “favor” en Moncloa con “la filtración de su candidatura” porque no iba a entrar de primeras en la nueva ejecutiva y “con la filtración de su destino europeo, la dignidad del canario queda a salvo”. Y es que la dignidad no es sólo cuestión de corbatas.