Debe ser que tiene el mono porque de otra manera no se entiende que el ex consejero del Cabildo grancanario Mario Hernández Sanginés siga acudiendo cada día a sus antiguas oficinas como si no pasara nada. Elegido en su día por el tercio del PP, partido al que llegó rebotado del centrismo, Sanginés acaba de rematar su penúltima pirueta política para abrazar la corriente nacionalista que Soria califica de “radical”. Y no crean que el hombre se ha despeinado lo más mínimo, ni muestra arrepentimiento de cualquier tipo sobre su pésima y catastrófica gestión al frente de los servicios sociosanitarios de la Corporación insular. Él no; él va cada día y se personifica allí, absteniéndose, eso sí, de entrar en su antiguo despacho, que abandonó en un gesto de presunta honradez política justo con la antelación suficiente para que no le llamen tránsfuga. Bien pensado se conforma con poco esta especie política que debiera figurar tranquilamente en los manuales de plagas. Siempre estaremos agradecidos a Carmelo Ramírez que lo mantenga en activo de manera ejemplarizante.