Los cinco vicepresidentes patronales, o al menos los que convocaron este almuerzo frustrado, pueden haber pecado de pardillos, pero conferir a personas como Débora Verde o Agustín Espino, e incluso a Fernando Fraile, el papel de conspiradores, parece cuanto menos un atrevimiento. La iniciativa partió de la ex presidenta de la patronal de la construcción, que es una mujer de diálogo y de consenso, alejada de los puñetazos en la mesa y la trifulca de barra de bar. Está preocupada por lo que ocurre en la CCE, y lo que buscaba era precisamente aunar esfuerzos entre los vicepresidentes para que lo que queda de mandato de Mario Rodríguez no sea un continuo sobresalto. Por eso, Débora Verde telefoneó a su presidente cuando se descubrió la convocatoria para ofrecerle una explicación. ¿Debió haber avisado con antelación? Puede ser.