Sorprendió mucho en la Consejería de Turismo la extraña petición de la viuda, que se personó en la sede de Santa Cruz de Tenerife acompañada de su pequeño hijo. No le dieron lo que solicitaba, más que nada porque viene a ser patrimonio de la Comunidad Autónoma, pero a alguien le dio por entrar en el ordenador del funcionario fallecido. Lo que allí encontraron fueron unas muy elocuentes hojas de cálculo con precios de venta al público, precios para el amigo, precios para el enemigo y precios para el indiferente, con la correspondiente descripción del bien a adquirir o adquirido. Los datos ya están en poder de la superioridad, por si por un casual considerara necesario analizarlos y llamar a consultas a alguno más que haya tenido que ver con la autorización que necesariamente debía tener el funcionario fallecido para operar como creen ahora que hizo.