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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

La homofobia y el periódico ‘El Día’

José Rodríguez Ramírez, quien fuera director y editor del periódico 'El Día'

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Los técnicos de la comunicación política llaman a este fenómeno apropiación del relato, gestión del relato o iniciativa del relato. Depende del grado de pedantería de la tertulia en cuestión. “El relato” es lo que importa y no lo que realmente tenga que ver con la verdad en su sentido más amplio. El ejemplo más cercano que se me ocurre de apropiación del relato o de malversación del relato es el de la designación de Santiago Pérez como senador por la Comunidad Autónoma, concluido este mismo miércoles después de una sucesión pueblerina y hortera de ataques destinados a perjudicar su reputación.

Entre otros trampantojos, Coalición Canaria y su caballería mediática han tratado de equiparar a Pérez a la misma condición de imputado que tiene otro de los tres senadores por designación autonómica, el nuevo y preclaro líder del nacionalismo canario, Fernando Clavijo, experto en transitar por charcos penales de la categoría y la pestilencia de Corredor o Grúas, e incurso ahora mismo en el llamado Reparos, estos dos últimos precisamente por obra y gracia de Santiago Pérez, el denunciante. Y es ahí donde escuece el relato (y otras partes pudendas, porque esto al final va de partes pudendas).

En la operación contra Pérez se ha incluido también el contenido de un artículo de opinión publicado en este periódico en el que su autor, Ignacio Viciana, consejero delegado de la empresa municipal lagunera Muvisa, se mofa muy elípticamente del exconcejal socialista Javier Abreu, convertido ahora en musa y ariete de Coalición Canaria después de haber sufrido en sus propias carnes cómo las gastan los nacionalistas con los adversarios políticos.

Una de las referencias utilizadas en ese artículo de Viciana ha sido interpretada por los nacionalistas y por el periódico El Día como un insulto homófobo dirigido al mentado Abreu. El pasaje dice así: “Un silencio sepulcral inundó la sala en espera de una voz que no terminaba de llegar desde el más allá. Tres, dos, uno… pero no fue una voz la que apareció sino un pene de gigantescas dimensiones, que ocupaba la pantalla casi completa, con una chica de muy buen ver al fondo”.

“La voz” de este cuento es la que debería aparecer en ese pen drive que Abreu dice estar rebuscando entre sus pertenencias personales. La voz, según su testimonio ante el juez, de Santiago Pérez conminándole la víspera de su deposición ante la jueza del caso Reparos a que se portara bien, esto es, que depusiera como dios manda contra Clavijo.

Abreu sabe que no tiene esa grabación porque sencillamente esa llamada no se produjo, y a Viciana no se le ocurre otra cosa que figurarse que lo que encontraría el juez instructor en esa memoria sería una película pornográfica, porque lo que se relata en ese pasaje es una secuencia común en una película pornográfica.

A los censores de Coalición Canaria y del periódico El Día la palabra pene les sugiere directamente homosexualidad, como si los heterosexuales no lo tuvieran o no supieran utilizarlo. A indagar.

Es una lástima que los directivos de Prensa Ibérica, que compró ese puritano y recto periódico (perdón por lo de recto) para tratar de hacerse con el liderazgo de la información en Tenerife, no hayan revisado su propia hemeroteca, porque quizás habrían encontrado algún motivo para salir en defensa del destinatario de los 129 artículos y editoriales homófobos que su anterior propietario publicó con términos tales como chulón, chulón capicúa, mequetrefe, fracasado que quería ser cura, chulo de la profesión periodística, barragán, hez del periodismo, truhán, mentecato, imbécil, pájaro, pájaro tatarita, marica, mariconsón de Canarias, degenerado, putilla, mariquita ruin, tatarita feminoide, mariquita mala, insultos todos ellos recogidos en una sentencia que acabó con una condena de 40.000 euros y que desembocaron en que mi coche se llame Don Pepito. Sin acritud.

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