Como si alguien le hubiera investido de un poder supraterrenal, Domingo Medina se ha atrevido a decir en un periódico lo que no debe ser dicho por un servidor público que, para colmo, ha desempeñado un puesto de asesor de un delegado del Gobierno. Un poco de prudencia y mesura, sin portazos ni desplantes, le hubiera sentado mucho mejor. Pero no, él se marcha diciendo casi lo mismo que José Manuel Soria y Miguel Zerolo, que el jefe superior de Policía se gobierna solo, que no rinde cuentas ente él ni ante el delegado, que sólo despacha con las autoridades policiales adscritas al Ministerio del Interior. ¿Y? Conociendo al señor Medina hasta habría que felicitar a Narciso Ortega por ese inusitado ejercicio de prudencia, lo que seguramente ha salvado de morir por exceso de publicidad unas cuantas operaciones judiciales y policiales.