Era de esperar y se confirmaron los peores presagios. El cerebro de la operación Lifeblood le ha dado una nueva vuelta de tuerca, con tirabuzón, a su activa participación en el concurso que se le adjudicó para los servicios de hemodiálisis de los hospitales Doctor Negrín y José Molina Orosa. Según publicaba este jueves el periódico La Provincia, el conocido abogado dijo a la juez que investiga la causa, María Victoria Rosell, que él no tuvo nada que ver con el asunto, que en todo caso se limitó a ayudar a su amigo Javier Jorcano, el hombre de paja que figura al frente de Lifeblood S.L., a su vez gerente de la empresa Inprocansa, la del pelotazo del Canódromo, de cuyo presidente es yerno. ¿Lo cogieron o lo repetimos? Vamos allá: que Javier Artiles ha vuelto a mentir, hombre, que sus declaraciones ante la juez no casan ni con lo que averiguamos durante meses los periódicos de Gran Canaria ni con lo que llegó a decir públicamente su concuño, Mario Romero Mur: “El señor Artiles ha cometido el error de tener un concuño como yo y de haber ganado un concurso que ha dejado muy enfadado al que no ganó” (La Provincia, 24 de noviembre de 2010). ¿Lo cogieron ahora? Si su concuño lo presentó en La Caja para que la apoyaran financieramente “por haber ganado un concurso” no coneja en absoluto que el concurso lo ganara otro. Pero hay más.