Pero no son solamente estos extraños asuntos de los becarios los que están siendo objeto de sesudo análisis por parte de los sindicatos de la función pública presentes en la Consejería de Industria. Avisados expertos en el compadreo han detectado unos sospechosos nombramientos en torno a la plaza que deja vacante por jubilación el jefe de servicio de Industria en Tenerife, José Luis Camps. Para sustituirle, el viceconsejero del ramo ha decidido ascender a uno de sus amigos, Vicente Oliva, jefe de sección de otro servicio, adscribiéndolo provisionalmente a la plaza, pero sin ejercerla aunque cobrándola. Para tal función -la de ejercer las funciones de jefe de servicio de Industria-, Sánchez ha hecho a su vez una adscripción temporal a nombre de otro jefe de servicio, Antonio Carlier, siempre según las averiguaciones de los sindicatos. Es decir, que uno se jubila, otro cobra los emolumentos de su plaza y un tercero ejerce las funciones por las que cobra el segundo. El resto de los funcionarios, algunos de ellos con más antigüedad que Oliva, se preguntan qué hay que hacer en Industria para que las cosas se hagan como mandan los cánones.