Arnáiz y su apuntador dejaron en un par de ocasiones perpleja a la audiencia. Los periodistas tinerfeños, que ya le van cogiendo el tranquillo al asunto, se miraban asombrados, y la parlamentaria herreña de CC Belén Allende no paraba de repetirle la misma cantinela al ex presidente portuario. “No le creo, señor Arnáiz, no le creo”. Es lógico, ya no sólo por la debilidad de los argumentos y la cara de Pinocho, sino porque hay cosas que son inapelables. No se puede sostener que Megaturbinas, con 180.000 euros de capital y con instituciones detrás, no tiene capacidad financiera para concurrir, pero sí Promotora de Recursos Eólicos, que se presenta con 3.000 euros de capital social. No se puede decir que se tarda un mínimo de ocho meses en dar las concesiones administrativas en suelos portuarios cuando para Promotora se tramitaron en cinco. No se puede sostener que había mucho interés de no se sabe qué empresas en participar en el proyecto de I+D de Megaturbinas, cuando el ITC en 25 años de existencia no ha encontrado ninguna que participe en los suyos. Y Cervantes ronroneando.