El político es el único animal que tropieza cuatro o cinco veces en la misma piedra, y nada les contamos si la piedra es producto de una demolición de emergencia. La alcaldesa de la ciudad, Pepa Luzardo, y el presidente del Cabildo, José Manuel Soria, están incurriendo en el temerario error de volver a menospreciar la capacidad del Colegio de Arquitectos de Canarias para, avalado por argumentos técnicos, paralizar proyectos que nacen bichados. La Gran Marina nació bichada porque fue una iniciativa de mentes calenturientas que pretendieron hacer un negocio para unos pocos por encima de cualquier tipo de método transparente y legal. Los arquitectos recurrieron, la sociedad se escandalizó, y ya conocen el resultado. Ahora han recurrido las prisas demoledoras sobre el Estadio Insular, y los mismos políticos visionarios vuelven a descalificarlos mientras continúan llamando a profesionales de afuera para proyectos emblemáticos. Que Dios nos coja confesados. Y a ellos.