No hay una razón concreta, un acontecimiento explosivo y traumático que haya conducido a la dimisión irrevocable de Carmelo Padrón. Durante estos seis meses de mandato municipal ya había avisado al menos dos veces con marcharse si no cambiaban las cosas, pero lo que pretendía que cambiara no está en manos de ningún humano, al menos en los plazos que a Padrón exigía. La falta de cohesión en el grupo municipal socialista, que ha protagonizado divergencias gordas y feas; la situación de un Ayuntamiento verdaderamente desastroso, con una estructura administrativa obsoleta e ineficiciente, y la ausencia de apoyo mediático y social al modelo de ciudad moderna que el ya ex director de Urbanismo pretendía implantar son las tres razones que han conducido a esta marcha.