Podemos comprender y comprendemos que las conversaciones telefónicas de la trama gondolera den para muchas interpretaciones, tanto si se hacen desde el Gobierno como si provienen del resto de la nacionalidad. Asumimos que hay algunos pasajes verdaderamente coñazos y otros de una riqueza presuntamente delictiva que servirán, sin duda, para ilustrar muchas horas de clase en las facultades canarias de Derecho. Pero lo que no nos pudimos imaginar nunca es que a algún partido político se le ocurriera renunciar a unas exigencias de graves responsabilidades políticas por el fondo de lo que se dice para detenerse en una cuestión más bien folclórica. Lo ha hecho Nueva Canarias.