Deberían estarse calladitos, que están más guapos y meten menos la pata. Empezó desbarrando con esto de las facturas falsas en el Ayuntamiento de Santa Cruz la presidenta insular del PP, Cristina Tavío, bautizando el caso, sin quererlo, como Bragagate, ya saben, por el pago de bragas y otros artículos íntimos con dinero municipal. Siguió otro que no nació para la oratoria, Manolo Fernández, que confesó públicamente el tejemaneje de las facturas falsas para justificar los gastos del grupo pepero en la Corporación. Y así, uno tras otro, han ido cayendo en la trampa de intentar justificar lo injustificable, en lugar de aplicar la solución fácil, higiénica y democrática: reconocer el error, pedir disculpas a los ciudadanos y dimitir. En lo que llega el milagro, les acercamos hoy la aportación que acaba de hacer la concejal Maribel Oñate, uña y raña con el pobre Ángel Llanos, que ha pasado de exterminador de herejes a pobrecita víctima de la soriásis. Dice la señora Oñate que no hubo sobresueldos y que, para demostrarlo, está dispuesto a enseñar su declaración de la Renta (no consta que haya ofrecido enseñar otras cosas de las adquiridas con fondos públicos). O sea, que se presentan facturas falsas para justificar una salida fraudulenta del dinero público y lo iban a meter en una nómina... Es para mandarlos a parvulitos con Mis primeras letras. Y sin segundas.