Ya está regresando el personal a ponerse a cubierto bajo la panza de burro, lo cuál es de agradecer porque la ciudad recupera su pulso normal y porque, de camino, algunos se recatan y ponen las neuronas a buen recaudo. Ello reduce considerablemente el peligro de soltar disparates por esa boca para afuera, como el que soltó nuestro admirado Paulino Montesdeoca, concejal de Policía Local y cambios en las rotondas, que la otra noche estuvo sembrado en una conocida discoteca sureña. Envalentonados como están los del PP con el concurso del istmo, no se le ocurrió otra cosa que pronunciar los nombres de tres arquitectos que, a su parecer, no van a volver a hacer un proyecto en Las Palmas de Gran Canaria. No vamos a dar los nombres para no contribuir al desaguisado, pero nos estamos acordando de aquello que dijo Luis Hernández de Lopesan referido al Puerto de La Luz, y de momento se está cumpliendo. Con perspectivas variables, pero se está cumpliendo. Puñetero que es el Hernández, que observa desde su planta once la que le están montando en primera línea de mar.