Alfredo Briganty es, desde luego, una de las piezas clave en la trama eólica, y como actor principal sabe lo que se está jugando en este juicio ?que, por cierto, se ha retrasado bastante por un recurso atrabancado en la Sección Sexta de la Audiencia Provincial-. Su feroz empeño por librar esta cruzada estúpida contra el juez instructor no solo lo coloca en una tesitura graciosa ante los que puedan juzgarle sino que podría perjudicar la estrategia de defensa de los que eran sus clientes en aquellos años felices de los vientos de Arinaga y los encuentros casuales al pie de una turbina en Magdeburgo. Sí, Briganty representaba a los Esquivel en el concurso eólico, y quería conseguir potencia a toda costa, al precio que fuera. Por eso la Fiscalía Anticorrupción pide para él año y medio de prisión y 150.000 euros de multa por dos delitos de cohecho (soborno), lo mismo que para su patrono in pectore, José Ignacio Esquivel. Dijo Briganty en su declaración de febrero de 2006, que Perdomo le había pedido dinero “para favorecer a uno de sus clientes”. Y el juez le pregunta, “¿qué clientes, don Alfredo?”. Oh, uno. ¿Y qué uno si usted solo representaba a Promotora de Recursos Eólicos, es decir, a los Esquivel? Ah, me acojo al secreto profesional. Quedará para los arcanos removidos por estos vientos corruptos en qué se le fueron a los Esquivel 60 millones de las viejas pesetas en la preparación del concurso. Porque constar, lo que viene siendo constar, constan solamente dos millones, 12.700 euros, que Celso Perdomo presuntamente cobró a través de la reforma que otro Esquivel le hizo en la cocina de su casa. También nos quedaremos para siempre con las ganas de saber por qué la Policía jamás encontró ni una conversación entre Celso Perdomo, Alfredo Briganty o José Ignacio Esquivel con el entonces consejero de Industria, Luis Soria, que se fue de rositas como si él fuera el consejero de Parques y Jardines. Lo sabe la Policía y más concretamente el entonces jefe de la Brigada de la Policía Judicial, hoy destinado a La Habana, Cuba, como agregado de seguridad de la Embajada de España gracias a las intensas gestiones de José Manuel Soria.