Al par de añitos de retraso en la puesta en marcha del puente que comunica Escaleritas con La Feria, se une el cabreo de unos vecinos a los que nadie avisó de que iban a pintarlo y, de paso y sin querer, iban a decorarles sus coches. Salpicaditos se los encontraron a la mañana siguiente por efecto de las gotas que el viento obligaba a cambiar de dirección en el camino de la pistola al acero del puente. Más molestos aún porque la empresa constructora no se hace responsable del desaguisado. Y ahí están, haciendo papeles a ver si el seguro se apiada y mete mano al caso para poder tener en sus vehículos sólo el color que eligieron a la hora de comprarlos.