Puede parecer absolutamente normal, y hasta plausible, que una magistrada que ocupa plaza tan relevante como la de Carla Bellini, se embarque en reconocer una relación íntima de amistad que le marcará profesionalmente a partir de estos momentos. Pero son sus propias palabras, las razones para argumentar su abstención, las que disparan todo tipo de conjeturas, y ninguna es buena para el prestigio de la Justicia y para la reputación de independencia de la que ha de gozar siempre la juez. Porque si asegura que su estrecha relación con Soria es “muy anterior” a su ascenso a la carrera judicial por el turno de juristas de reconocido prestigio, y ese ascenso se produjo en diciembre de 2003 por elección del Parlamento de Canarias dentro de una terna en la que la señora Bellini fue incluida a propuesta del Partido Popular, ¿debemos entender que fue la “estrecha amistad” que une a la hoy magistrada con el presidente del PP el motivo de mayor peso para su elección? O, por el contrario, ¿fue Soria absolutamente objetivo al seleccionarla por su reconocido prestigio como jurista?