Los comisionados socialistas, Francisco Hernández Spínola, Dolores Padrón y Manuel Fajardo, fueron amablemente recibidos por el consejero de Sanidad, Fernando Bañolas, a quien acompañaban el director general del Servicio Canario de Salud, Guillermo Martinón, y el secretario general técnico de la consejería, José Trasobares (no confundir con la secretaria general del SCS, Lourdes Quesada, que no se constituyó en el acto). Fue Bañolas el que informó a sus señorías de que iban a pasar a una sala de juntas donde, en presencia de una funcionaria, iban a poder consultar aquel voluminoso expediente, pero que no podrían informar de nada de lo que vieran de la parte encriptada. Ya metidos en faena, lo primero que descubrieron los comisionados, además del tocho que se les presentaba ante sus ojos, es que el expediente de la hemodiálisis no está foliado, es decir, que no era cierta aquella excusa de que no se podía enviar al Parlamento porque había que cumplir con la obligación de foliar para luego fotocopiar. La ausencia de foliado (y perdonen que insistamos en verbo tan sonoro) permite que entre col y col se cuele una lechuga cuando alguien así lo decida y lo permita.