No sólo la campaña electoral para las institucciones locales hace tiempo que empezó en Canarias. También lo ha hecho la que se prevé bastante agitada para la Confederación de Empresarios, cuyo asalto se inició prácticamente el mismo día en que se proclamaron los resultados de las elecciones a la Cámara de Comercio de Las Palmas. Precisamente los derrotados en esta confrontación, que tantas heridas ha dejado abiertas en el movimiento empresarial, se frotan las manos estos días por una sentencia que declara ilegal la obligatoriedad de pagar cánones a las cámaras de comercio españolas. Curiosamente, muchos de los que ahora protestan por esa obligatoriedad callaban muy celosamente durante las décadas que han estado en el poder cameral. Una lástima, sobre todo si se tiene en cuenta el despertar que las dos corporaciones canarias experimentan por el bien de los empresarios, tanto de los pequeños como de los grandes.