Las cosas no marchan nada bien para el movimiento empresarial que lidera Suárez Gil, por mucho que haya creado hace muy pocos meses una nueva asociación con la que pretende dar muestras de que aún le queda fuelle. Pero no sólo hace agua el invento por la parte asociativa y representativa, sino también en la parte económica, como acabamos de relatar con la falta de perritas para pagar unas míseras cuotas. Hay otro detalle que tiene alarmada a la Dirección General de Comercio del Gobierno de Canarias, a la que ha llegado la noticia de que Suárez Gil pretende vender el edificio que en su etapa de máximo esplendor y fluidas relaciones con el Ejecutivo, compró con la ayuda de dinero procedente del erario público (75 millones de pesetas de entonces). Tal inmueble está frente a la Clínica La Cajal, y fue empleado por el Zorro para albergar otra de sus lucrativas actividades, los cursos de formación, los que se pagaban con fondos del Icfem (¿se acuerdan?) a través de aquella ya fenecida Forecan.