Cada vez que se reabre el debate sobre la regasificación, sobre las energías renovables o sobre la precariedad del sistema de generación eléctrica en las islas nos acordamos irremediablemente de Luis Soria. Como recordarán, fue consejero de Industria y Energía durante aquel abigarrado gobierno de CC con el PP, entre 2003 y 2005. Su hermano José Manuel lo puso al frente de la consejería que tenía que haber impulsado el plan energético y un concurso de asignación de potencia eólica que supuso el primer caso de corrupción del Partido Popular, la trama eólica, que está aún pendiente de ir a juicio con un ex director general de Industria como principal encartado. Las secuelas del devastador paso de Luis Soria por Industria aún permanecen seis años y pico después de su marcha, no sólo por el imperdonable retraso que desde entonces viene sufriendo la implantación de la energía eólica en las islas, sino por el innegable perjuicio que provocó a todo el Gobierno con el caso Tebeto, una absurda tramitación de un permiso minero que a punto estuvo de costarnos a todos los canarios más de cien millones de euros. Pero eso sí, se hizo montar un despacho y un baño privado que ya quisieran para sí cualquier alto cargo de la autonomía que accede ahora al poder en tiempos de tanta austeridad y tanto más por menos.