Clari Rivero estaba en medio de la Romería del Pino cuando recibió la llamada de Prado del Rey: debía hacerse cargo de la dirección de Televisión Española en Canarias y le daban horas para pensárselo. La periodista, criada y ensolerada en la Casa, recibía por primera vez una oferta que en principio no le apetecía nada aceptar. Pero cuando al día siguiente la llamó Carmen Caffarel, le dijo que sí casi sin terminar de madurarlo. Atrás han quedado los complicados y convulsos años de gestión de Ángela Navarro, una buena persona que tuvo la mala fortuna de tener que cargar con un expediente de reconversión que amenazaba con la casi desaparición del centro de producción de Canarias. Eso y una más que evidente falta de capacidad para ejercer un puesto en el que no atinó casi nunca. Nos merece todo el respeto del mundo como persona y como profesional, pero debemos reiterarnos en nuestra opinión de que fue un error nombrarla. Y por eso no ha agotado su mandato.