Pero en lo que se dilucida si son galgos o podencos, si son ingenieros, arquitectos o licenciados los que mandan y deciden, se van conociendo algunos detalles ciertamente significativos. Por ejemplo, ya se sabe que se está elaborando una auditoría técnica sobre el Estadio de Gran Canaria y las primeras conclusiones apuntan a que los apagones de la temporada pasada son atribuibles a la escasa formación dispensada por parte de la empresa concesionaria al operario encargado de manipular los cuadros eléctricos. Para tararí y no echar gota. Otros informes ya han concluido que el accidente mortal de la Ciudad Deportiva de Gran Canaria se debió a la ausencia de guantes de seguridad, que la empresa concesionaria debía aportar -según pliego- a los trabajadores. Eulen se llama la empresa, pero ella y el mundo saben que la responsabilidad es compartida con la propiedad, el Instituto Insular de Deportes. Y todo el mundo sabe que ante las deficiencias críticas, estaba obligada a cortar la luz y dar cuenta a Industria. Y nadie hizo eso.