Si se confirma el actual diseño de candidatura, Pepa Luzardo iría de número dos de José Manuel Soria al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, con lo que acariciaría en gran medida su sueño de intentarlo de nuevo, de ir a por la alcaldía que injustamente perdió en 2007 por lo poco que la supieron entender sus conciudadanos. Qué cosas, tú. No ha dejado de currárselo desde que se enteró de que su señorito no la quería ver ni en pintura porque las encuestas, malditas encuestas, arrojaban unos datos verdaderamente desalentadores: como mucho un empate a doce concejales con mayor querencia a gobernar de Saavedra gracias a los odios que el PP ha conseguido sembrar en casi todos sus adversarios. Nótese que decimos “casi”, que siempre hay por ahí alguno con ganas de chafarnos el análisis. Pepa, decíamos, se lanzó a Génova en busca de apoyos y otra vez las encuestas la salvaron de alguna manera: Soria tiene más tirón que ella, pero no estorbaría de número dos. De ese modo, el presidente del PP salva dos escollos, el suyo personal y el de esa mosca cojonera en que se había convertido la ex alcaldesa.