De todo el mundo es sabido que pueblo chico es infierno grande. Y Santa Brígida, que es una hermosa villa, padece muchos de los males de ese tipo de localidades, especialmente el casco urbano. Allí se ubican el Ayuntamiento, dos farmacias, el consultorio, los bares más noveleros, los bancos, Correos y hasta la autoescuela del alcalde, Antonio Díaz. Desde hace semanas, cuando se confirmaron las investigaciones de la Guardia Civil, ese centro de la villa es un hervidero de rumores de toda clase. El más reciente, el que más ha circulado los últimos días, habla ya de inminentes detenciones, lo que quizá alguien haya podido traducir muy torpemente en presiones insoportables sobre mí y los míos ejercidas desde la oposición, que lo único que quiere es perjudicar el buen funcionamiento de las instituciones tan brillantemente gobernadas por el PP. Hagamos balance geográfico del mapa negro del PP: Santa Brígida, Telde, Eolo, San Bartolomé, Mogán, el marquesado... Es verdad, los fiscales y el ministro son unos mortificones. Con lo bien que gobierna el PP.