“Si alguien le dice a usted dónde está un niño [desaparecido] y no se lo quiere decir a la Policía o a un juez... hay que ponerlo en conocimiento de la Justicia como sea”. Esta fue una de las frases que empleó ante el periodista Evaristo Quintana el portavoz Carlos Sánchez para justificar aquel montaje del Soriagate, mediante el cual se grabó al ingeniero Benítez Cambreleng contando asuntos del Grupo Europa. Sánchez asegura que Cambreleng insistía una y otra vez en las tesis de que hubo un periodista “presente cuando prestaba declaración ante la Policía y que ese periodista redactó la denuncia”. Y como eso es delito, a juicio del portavoz insular del PP, había que grabarlo y ponerlo en manos de la Justicia por los métodos que fueran. Lo malo es que no se hizo eso. En realidad se grabó la conversación con malas artes, con la influencia y autoridad que imprimía la presencia de José Manuel Soria, para pasar la grabación a una revista, Época, y no a la Justicia, cosa que se hizo después cuando se les escapó de las manos la historia. La Justicia ha ido archivando esa majadería una y otra vez.