A Santa Brígida, medianías de Gran Canaria, se le conoce también con el apelativo de Villa de las Flores. Tradicionalmente fue un pueblo entrañable, de campo, con muchas palmeras, mucho follaje y mucho paraje natural por todos lados. Ahora la cosa ha cambiado porque sucesivos gobiernos municipales con pocos escrúpulos y mucha hormigonera acabaron con la ensoñación. Pero debe haber permanecido flotando en el ambiente el romántico aroma de lo bucólico y pastoril, de madrigales a media voz que relataba la zarzuela. El grupo municipal de gobierno se ha contagiado de esos sentimientos y no ceja en su empeño por transmitir amor y paz a muchos de sus actos administrativos. Por ejemplo, si hace falta una administrativa en la emisora municipal, ¿qué mejor que dedicar a esos menesteres a la persona que ocupaba el puesto número 11 en la lista del PP a las elecciones municipales? La afortunada se llama Raquel Santana, es talayera y mujer muy cercana al alcalde, nuestro inigualable Niño Bravo.